Esta foto sería estupenda si de una instalación en el Guggenheim o el Reina Sofía se trataba.
Desgraciadamente, se trata de un hecho real que dice mucho de la dejadez de los ediles del Valle del Tietar, en la desembocadura de la conflictiva Carretera de los Pantanos a unos cien kilómetros de Madrid.
He tomado esta foto en Sotillo de la Adrada, en la entrada del valle dónde he pasado el puente del 1 de noviembre. Ese valle sería un sitio precioso si no fuera por la gestión irresponsable de residuos sólidos y líquidos, y por la especulación que - a golpe de hormigón, ladrillos, proyectos de campos de golf insostenibles, corruptelas y corrupción - amenaza con destrozar un entorno que no hace mucho tenía un micro-clíma envidiable en el centro de la Peninsula ibérica.
Si preguntas a cualquier alcalde de la zona porqué no hay todavía recogida selectiva de basuras, él te contestara cualquier cosa, menos que le preocupa. Y por supuesto, la culpa es de otros: ¿qué puede hacer si "la diputación", "la comunidad", "Madrid", o quien sea, no le manda contenedores adecuados?, dice.
La realidad es otra. No faltan contenedores: andan tirados en medio campo en las afueras de Sotillo de la Adrada.
[En la página de la concejalía de Medio Ambiente de la web del Ayuntamiento de Sotillo, a fecha de hoy la sección "programas de reciclaje" está vacía.]
Por cierto, si vees al primo de Rajoy, dile que este fin de semana en la terraza dónde suelo desayunar en ese valle, tuve que esconderme a la sombra de un arbol, porque el sol de media mañana era demasiado fuerte. En noviembre.
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